Acoso laboral: la tarea pendiente ahora es una obligación

Fecha: 2021-06-17

Por: Mutante

Ilustración: Matilde Salinas

Acoso laboral: la tarea pendiente ahora es una obligación

Por: MUTANTE

Ilustración: Matilde Salinas

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La noche del 18 de mayo de 2019, la periodista Vanesa Restrepo se tomó unos tragos y salió de fiesta con quienes consideraba sus amigos en el trabajo. De acuerdo con su relato, esa misma noche Juan Esteban Vásquez, su compañero y exeditor, accedió sexualmente a ella sin su consentimiento, lo que en Colombia es un delito. Cuando Vanesa fue a buscar respaldo de su empresa, El Colombiano, lo que recibió fue un interrogatorio sobre su comportamiento y forma de vestir. Una acción que no solo la revictimizó sino que fue el principio de un ambiente laboral de zozobra, burla y humillación. 

Su caso llegó hasta la Corte Constitucional y el pasado 9 de junio se conoció a través de la sentencia T-140 que esta corporación falló a su favor y del de su derecho a vivir una vida libre de violencias. “Un importante precedente para todas las víctimas de violencia de género, para las trabajadoras y para las periodistas”, en palabras de María Ximena Dávila, investigadora de Dejusticia. 

Básicamente El Colombiano deberá en adelante hacer lo que no hizo en el caso de Vanesa, poner en marcha un protocolo contra el acoso sexual y garantizar una política pedagógica sensible al género, donde sus empleados estén capacitados para entender por qué la violencia se ensaña de manera diferente con los cuerpos de las mujeres. 

El caso de Vanesa se suma a otros que, en al menos los últimos dos años, nos han hecho reflexionar sobre la complejidad de esta práctica tan normalizada en nuestros entornos laborales y, sobre todo, en nuestros medios de comunicación. Las acusaciones de acoso y abuso en contra del cronista colombiano Alberto Salcedo Ramos, del cineasta Ciro Guerra y del guatemalteco Martín Rodriguez Pellecer, exdirector de la extinta plataforma periodística Nómada, no solo nos revelan cómo sistemáticamente el poder y la violencia se usan para sobrepasar el consentimiento de las mujeres, sino que nos hablan de los vicios perversos del mundo de la comunicación, donde las jerarquías encabezadas por machos talentosos normalizan ambientes desiguales y hostiles para las mujeres. 

Dice la Corte Constitucional en la sentencia T-140 de 2021:

Es cierto que los hombres y las mujeres enfrentan en el periodismo por igual riesgos cuando investigan o reportan sobre corrupción, crimen organizado, violación a los derechos humanos. Sin embargo, las mujeres periodistas enfrentan peligros específicos por el hecho de ser mujeres, amenazas que suelen aumentar con la intersección de otras identidades como la raza y la etnia. Así, el hecho de que la violencia de género contra las mujeres periodistas se presente de manera frecuente, exige la aplicación de un análisis centrado en el género, capaz de contrarrestar la indiferencia, la neutralidad y la tolerancia frente a este tipo de violencia en el periodismo y los medios de comunicación.

Esta fallo no solo le habla directamente a un medio tradicional como El Colombiano, sino que nos grita a todos los demás que es urgente tener protocolos para el manejo del acoso sexual, donde queden expresos —como lo señala el documento— los deberes de: debida diligencia y corresponsabilidad, de no tolerancia o neutralidad y de no repetición. No es más una tarea aplazable. Tenemos que contar con medidas de cuidado y contención y rutas de atención psicosocial y jurídica como parte de una política pedagógica contra el acoso, que no sean un saludo a la bandera sino que esté acompañada por cambios en los roles que solemos asumir las mujeres en los medios de comunicación, generalmente de subordinación donde se perpetúan estereotipos y violencias. 

Tampoco los medios alternativos podemos únicamente transformar las prácticas más perversas del periodismo hacia afuera, al interior tendremos que seguir dándonos las discusiones que sean necesarias sobre cómo dignificamos nuestro trabajo y cómo subvertimos las desigualdades históricas entre mujeres y hombres. Es hora de preguntarnos: ¿Cuántas mujeres ocupan cargos directivos en nuestros medios? ¿Cuántas son editoras? ¿Cuántas videógrafas o fotógrafas? ¿Cómo son sus sueldos y contratos?¿Qué tipos de prácticas machistas se siguen reproduciendo al interior de nuestras organizaciones?  

En Mutante llevamos tres años de largas discusiones internas persiguiendo una transformación que nos libere de aquellas formas nocivas que toleramos alguna vez en el ejercicio del periodismo. Unas de esas conversaciones han sido más duras que otras y aún estamos lejos de ser lo que anhelamos. Por ahora, pasamos de ser una empresa privada fundada y dirigida por dos hombres a ser una fundación donde la mayoría de sus asociadas son mujeres. Sin embargo, entre tanta urgencia que supone fundar y sostener un medio, estamos en deuda de actualizar el protocolo contra el acoso que tenemos, y hacerlo de forma colectiva, a tono con las innumerables herramientas que hoy ofrece la reflexión feminista y la evidencia documentada en cientos de casos de acoso laboral que han sido mal manejados por organizaciones en Colombia y América Latina. 

Hace unos días, y después de conocerse la noticia del fallo, conversamos con Vanesa Restrepo a través de un Instagram Live. Ella nos dijo que solo se sentirá realmente reparada el día en que su antiguo empleador implemente el protocolo contra el acoso y se garantice que nadie más trabajará con miedo. También nos habló de la necesidad de hacer de estos documentos un proceso colectivo y colaborativo en los medios de comunicación y, sobre todo, —y esto es muy importante— nos recalcó la importancia de educar en género a todo el personal, para que nadie, nunca más, le pregunte a una mujer que fue abusada si su vestido era muy corto o si se pasó de tragos, interrogantes que jamás le harían al agresor. 

Acometer el mandato de la Corte Constitucional nos corresponde a todos y todas. La violencia sexual y el acoso laboral son un fenómeno extendido del que no está exenta ninguna organización. Y si bien una institución no siempre puede evitar que estos actos condenables se cometan, sí tiene la capacidad de evitar la revictimización de las personas vulneradas, a través del diseño y la implementación de protocolos sólidos. Al no hacerlo, los líderes de las organizaciones se convierten en cómplices de la violencia y la impunidad.   

¿Qué protocolos conocen frente al acoso sexual que valga la pena revisar? ¿Cómo creen que debería ser un protocolo contra el acoso sexual realmente empático con las mujeres? Ayúdennos a responder estas preguntas con la etiqueta #HablemosDeAcosoLaboral.