El doble calvario: no encontrar desvenlafaxina cuando lidias con una enfermedad mental

Desde finales de octubre, pacientes que utilizan desvenlafaxina, un medicamento para tratar la depresión y la ansiedad, no han podido comprarla o recibirla de las EPS. El Invima y las farmacéuticas tienen versiones que poco o nada sirven a los usuarios, quienes se han visto obligados a disminuir las dosis, acudir a la Supersalud, cambiar de medicamento o buscarlo en el exterior. Contamos lo que están enfrentando cinco pacientes, incluida la autora de esta crónica.

Fecha: 2023-03-29

Por: Jimena Martínez Argüello

Ilustración:

Laura Hernández

El doble calvario: no encontrar desvenlafaxina cuando lidias con una enfermedad mental

Desde finales de octubre, pacientes que utilizan desvenlafaxina, un medicamento para tratar la depresión y la ansiedad, no han podido comprarla o recibirla de las EPS. El Invima y las farmacéuticas tienen versiones que poco o nada sirven a los usuarios, quienes se han visto obligados a disminuir las dosis, acudir a la Supersalud, cambiar de medicamento o buscarlo en el exterior. Contamos lo que están enfrentando cinco pacientes, incluida la autora de esta crónica.

Fecha: 2023-03-29

Por: JIMENA MARTÍNEZ ARGÜELLO

Ilustración:

Laura Hernández

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La primera vez que estuve en terapia tenía 18 años. Después de una década y un par de procesos con psicología, hace año y medio me atreví a consultar a una psiquiatra para tratar la depresión. Durante los primeros seis meses me negué a tomar pastillas, pero la tristeza, el cansancio y la sensación de estancamiento, me hicieron cambiar de opinión. Los dos primeros medicamentos que probé me causaron agotamiento extremo, tensión alta, mareos constantes y falta de apetito. Estuve a punto de dejarlos, pero acepté un último intento con la desvenlafaxina. Al mes de tomarla, noté pequeños cambios y, con el tiempo, mi estado de ánimo comenzó a mejorar. Desafortunadamente, ese avance se detuvo porque después de noviembre de 2022 no pude volver a comprar ni una caja. 

A inicios de año, mi psiquiatra, Izara Mondragón, me ayudó a conseguir algunas muestras médicas. Dividí cada pastilla a la mitad para asegurarme de tomar, al menos por un mes más, 25 mg de los 100 mg diarios que me recetaba. Mientras tanto, entre enero y febrero, pregunté por la desvenlafaxina en más de 30 droguerías de Bogotá, pero no la encontré. 

No fui la única. Contacté a otras personas que estaban padeciendo lo mismo y, después, en Mutante hicimos un sondeo, a través de redes sociales y grupos de Whatsapp, y constatamos la falta de acceso a psicofármacos, según 112 respuestas que recibimos en menos de una semana.

A pesar de que era imposible comprar desvenlafaxina, el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) dijo en un comunicado del 14 de febrero: “No existe alerta de desabastecimiento de desvenlafaxina”. Según sus investigaciones, había “suficiente disponibilidad para responder a las necesidades del país”. Sin embargo, el Invima reportó que la primera vez que una persona alertó sobre la escasez de la desvenlafaxina fue el 19 de septiembre de 2022.  

Una de las medidas desesperadas que tomé para buscar el medicamento fue ir a la Clínica Consorcio Emmanuel, especializada en atención a pacientes psiquiátricos, porque pensaba que podrían tener reservas. Sin embargo, la respuesta de cinco psiquiatras fue que era mejor dejar de buscarla y más bien ir a urgencias para cambiar de antidepresivo

Andrés Figueroa, psiquiatra de la Universidad Javeriana, considera que la solución de enviar a los pacientes a cambiar de fórmula a urgencias es peligrosa. Advierte que: “Va a pasar lo mismo del covid: se va a sobrecargar el sistema. Además, en urgencias, se va a incrementar la probabilidad de error porque hay poco tiempo para evaluar el diagnóstico diferencial, los avances del anterior medicamento y cuál puede ser el nuevo”.

Desde mi experiencia, sé de los beneficios de la desvenlafaxina en comparación con antidepresivos como la sertralina o la duloxetina. La doctora Paulina Jaramillo Echeverri, residente de segundo año de psiquiatría de la Universidad de Antioquia, dice que la desvenlafaxina ayuda a regular dos de las sustancias del cerebro que permiten que las neuronas se comuniquen: los neurotransmisores serotonina y noradrenalina. Este medicamento “suele tener buena respuesta en los síntomas, es seguro y los efectos adversos son pocos”, explica Jaramillo.

Para Figueroa, otro de los beneficios es que “es una molécula que tiene pocas interacciones con otros medicamentos. Por esto, se formula para la depresión secundaria que se da por un tratamiento para el cáncer o para los síntomas psiquiátricos que se manifiestan en una enfermedad autoinmune”.

Aunque ahorré la desvenlafaxina, se me acabó la primera semana de marzo. La psiquiatra me advirtió que era mejor cambiar de medicamento para no exponer los avances y acepté probar con la venlafaxina, un compuesto que se parece a la desvenlafaxina, pero que tiene más efectos adversos en el sistema digestivo. Solo resistí cinco días la debilidad, náuseas y acidez estomacal que me producía este medicamento.

La dificultad para comprar desvenlafaxina o recibirla a través de la EPS se enmarca en la crisis de medicamentos que afronta el país. En un informe publicado el 22 de marzo, el Ministerio de Salud y Protección Social, junto con el Invima, afirmó que el desabastecimiento y la escasez de medicamentos en Colombia es un problema que viene de muchos años atrás y que empeoró a nivel mundial con la pandemia del covid-19. 

Según ese informe, durante agosto y septiembre de 2022, se organizaron mesas de discusión y análisis entre los profesionales del ministerio y del Invima para entender la situación. Como resultado, las mesas relacionaron el problema de disponibilidad con 10 causas, entre ellas el incremento de la demanda, los trámites en curso del Invima, las diferencias entre laboratorios y distribuidores y las dificultades en la importación de materias primas.

Las EPS, sin desvenlafaxina para sus pacientes

Desde octubre del año pasado, Alfonso Duque, un pensionado de 55 años de Medellín, utiliza Twitter como plataforma para exigirle a su EPS, Salud Total, que le entregue los medicamentos que le formulan mes a mes. 

Según el Decreto 2200 de 2005, las Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud (IPS) son las encargadas de gestionar el servicio farmacéutico y prevenir los problemas que pueden surgir por el mal uso de los medicamentos. De ahí que, por ejemplo, en la Resolución 1604 de 2013, se establece que deben enviar a domicilio los medicamentos que el paciente no pueda reclamar en el dispensario. 

Alfonso Duque sólo ha recibido el medicamento cuando hace la denuncia ante la Superintendencia Nacional de Salud. “Cada mes es lo mismo. Siempre me queda faltando la desvenlafaxina y la excusa de Audifarma (la IPS) es que el laboratorio lo tiene desabastecido. Cuando esto sucede, me quejo ante Supersalud, ellos intervienen y recibo las pastillas a domicilio más o menos 15 días después”, cuenta Duque.

Desde el 2018, el Invima es el encargado de determinar si un medicamento está  desabastecido, es decir, en “una situación en la cual se presenta una insuficiente oferta para satisfacer la demanda de un producto farmacéutico que ya ha sido aprobado por el Invima y comercializado en el país”.

Salud Total a veces llama a Duque. Le dicen que los laboratorios no producen las pastillas y que es mejor que las cambie, pero no está dispuesto a hacerlo. Para él, la desvenlafaxina es la única que le permite continuar con sus actividades diarias. “Aprendí a pelear con las uñas, como dice el dicho. Estoy peleando por mi vida y es algo que a ellos poco o nada les interesa”.

Según el psiquiatra Andrés Figueroa, “cuando se cambia el medicamento, se tiene que evaluar que puede que sirva o no. La pregunta ahí es si al paciente sólo le sirve la desvenlafaxina y sólo quiere tomar desvenlafaxina y no hay desvenlafaxina, entonces ¿qué vamos a hacer?”.

Laura Espitia, una diseñadora gráfica de 24 años de Bogotá, sigue su tratamiento con la EPS Compensar. Desde octubre, al preguntar por qué no le entregan la desvenlafaxina, le imprimen un pantallazo del mensaje que arroja su sistema: “El medicamento (…) se encuentra en dificultad logística y no se cuenta con más opciones de entrega”. Luego le piden que vaya a su médico para que le cambie de fórmula.

Ante la situación, ella dice: “Estoy molesta porque pareciera que en las droguerías y en Audifarma les importa cinco el hecho de que uno necesita ese medicamento. Yo entiendo que ellos no pueden resolver el problema, pero uno tampoco, y las respuestas evasivas o el trato poco cordial no ayudan”.

Desde noviembre, Laura Espitia tuvo que comprar sus pastillas de forma particular, pero a finales de enero no las volvió a encontrar. A mitad de febrero, le sugirieron pasarse a la venlafaxina y dice que ha experimentado ansiedad, mareo y somnolencia. Después de un mes, esos síntomas no han desaparecido y está esperando la cita con su psiquiatra para evaluar cómo continúa su proceso.

Para el psiquiatra Figueroa este problema no se soluciona con mandar a los pacientes a tomar otra pastilla: Si todas las personas que tomaban desvenlafaxina se cambian a otro medicamento, la disponibilidad de esos otros medicamentos va a ser menor. Entonces, justo como está pasando ahora, la escasez no va a ser sólo de desvenlafaxina, sino también de escitalopram, sertralina o fluoxetina, por mencionar algunos”.

La doctora Jaramillo cree que “el desabastecimiento es en parte la consecuencia de la regulación de los precios”. Explica que “la molécula de la desvenlafaxina original era la Pristiq (comercializada por Pfizer) y tenía un costo elevado. Con la regulación, pasó a tener un precio más asequible: unos 30.000 pesos en promedio. Esto fue positivo porque los pacientes podían comprarla más fácil, pero también generó que, con el tiempo, a las casas farmacéuticas no se les hiciera tan rentable la producción”.

La regulación de la que habla Jaramillo se definió en la Circular 03 de 2013 de la Comisión Nacional de Precios de Medicamentos y Dispositivos Médicos. En este documento se estableció la metodología para definir si se regula o no el precio de un medicamento que tiene alta demanda en el mercado. La Comisión debe actualizar el control de precios cada año y publicar cuál es el precio máximo que un laboratorio farmacéutico puede cobrar por un medicamento.

Antes del 2018, una caja de 28 pastillas de desvenlafaxina de 50 mg solía costar en promedio 70.000 pesos y, con la regulación, el precio se redujo en un 40 %. Para 2022, una caja de MK (una oferta genérica), de 50 mg y con 30 pastillas, valía unos 37.800 pesos. La caja de Pristiq (la comercial de Pfizer), de 50 mg y 28 pastillas, costaba 38.600. 

El psiquiatra Figueroa también relaciona la crisis de medicamentos del país con la reforma a la salud que está proponiendo el gobierno: “Si la industria farmacológica no está siendo rentable y además está el temor por los cambios, es muy probable que por eso estén dejando de importar”

Adaptarse a los cambios 

En abril de 2022, Ana María Valle, una politóloga de 31 años que vive en Medellín, tuvo un pico de sus síntomas de depresión y ansiedad. “Fue otra vez muy fuerte, como hace 10 años. No quería ir al psiquiatra y ya estaba con terapia psicológica, pero mi familia me convenció”, recuerda. 

Después de su primera sesión, la doctora Paulina Jaramillo le sugirió acompañar su tratamiento con un medicamento psiquiátrico. Valle no estaba segura, pero la doctora Jaramillo le habló de la relación del cerebro con el cuerpo. Por ejemplo, en medio de una presentación o un examen, no sólo sentimos miedo, sino que nos sudan las manos o se nos acelera el corazón. Es por esta relación que los síntomas depresivos y ansiosos van a mejorar si, además de la psicoterapia, se toma un medicamento que ayuda a regular los neurotransmisores del cerebro.

La doctora Jaramillo señala que “es importante luchar contra el mito de que las enfermedades mentales son de ponerle ganas. Es como si le decimos a un hipertenso, un diabético o a una persona con un cáncer: ‘cúrese usted solito con la mente’. Aunque los estilos de vida sí ayudan, hay cosas que solo los medicamentos resuelven”.

Con el acompañamiento médico y de su familia, Ana María Valle inició con desvenlafaxina de 50 mg y luego le aumentaron a 100 mg. La doctora le dijo que al menos debía tomarla por un año, pero al sexto mes de tratamiento, en diciembre, ya no pudo comprar ni una caja. 

Según la doctora Jaramillo, cuando de manera abrupta se suspende la desvenlafaxina, se produce el síndrome de discontinuación. No es que el paciente sea adicto, sino que, al quitar el medicamento, los receptores del cerebro y de otras partes del cuerpo en los que estaba enfocado quedan desocupados. Eso hace que aparezcan síntomas como náuseas, vómito, diarrea, sensación de mareo, cefalea o temblores.

Por recomendación de su doctora, Ana María Valle cambió de medicamento a la menor dosis posible de venlafaxina.  A pesar de seguir todas las indicaciones, dice: “No he dejado de sentir el reflujo, ni la maluquera general, ni el mareo. El cambio ha sido muy maluco”. Por estos efectos adversos, la psiquiatra también le formuló pastillas para los síntomas gastrointestinales y pregabalina para la ansiedad.  Después de dos meses de la transición de medicamento, Valle continúa sin entender por qué no puede continuar su tratamiento con desvenlafaxina.

Según el Ministerio de Salud, para aumentar la disponibilidad de un medicamento desabastecido, se puede acelerar su trámite de registro sanitario, evaluar otras opciones de tratamiento, autorizar su importación por única vez o incluirlo en el Listado de Medicamentos Vitales no Disponibles

El Decreto 481 de 2004 establece que un medicamento es vital y a la vez no está disponible cuando “es indispensable e irremplazable para salvaguardar la vida o aliviar el sufrimiento de un paciente o un grupo de pacientes y que, por condiciones de baja rentabilidad en su comercialización, no se encuentra disponible en el país o las cantidades no son suficientes”.  Si cumple estas características, el medicamento pasará a formar parte del Listado de Medicamentos Vitales no Disponibles y podrá ser fabricado por cualquiera que siga las normas de manufactura y controles de calidad. 

La clave está en que, mientras esté en este listado, no se necesitará un registro sanitario para producir el medicamento. Por tanto, los titulares de los registros sanitarios (los laboratorios farmacéuticos autorizados) ya no tendrán exclusividad para hacer y/o vender estas pastillas.

Si una de las condiciones para estar en el Listado de Medicamentos Vitales no Disponibles es que el medicamento no pueda ser reemplazado por otro, ¿alguna vez un medicamento psiquiátrico estará incluido en este listado?

En teoría, son muchos los medicamentos que sirven para tratar la depresión y la ansiedad, por lo que un paciente podría recibir diferentes opciones. Sin embargo, en la práctica, para recetar un medicamento psiquiátrico es necesario tener en cuenta variables como la genética y qué otros tratamientos tiene el paciente. Según el doctor Figueroa, un paciente tendrá que probar entre dos y cuatro pastillas para llegar a encontrar la que le dé más beneficios y le cause menos efectos adversos.

¿Qué pasa entonces si, como en mi caso, la desvenlafaxina es la única entre cuatro opciones de medicamentos con la que he tenido resultados?  ¿No es para mí, y para muchos otros pacientes, un medicamento vital que no está disponible en el mercado? 

Para el 28 de febrero, el Invima publicó el “Listado de desabastecimiento febrero 2023”. En la página 39, dice que el periodo de revisión del estado de la desvenlafaxina terminó el 13 de febrero. A partir de sus investigaciones, el Invima concluyó que “de los 5 titulares del registro sanitario y de acuerdo al análisis SISMED a corte septiembre de 2022, se evidencia que los titulares que tienen mayor participación en el mercado cuentan con disponibilidad, por lo cual se alcanzaría a cubrir las necesidades del país, son : PFIZER – MK – SANOFI AVENTIS Y TECNOQUIMICAS (sic)”. 

Según el Informe de disponibilidad para los medicamentos antidepresivos y antipsicóticos, para septiembre de 2022, se distribuían 187.191 unidades de desvenlafaxina en el canal comercial y 219.738 unidades a través del sistema institucional; 406.929 en total.

La responsabilidad de las farmacéuticas y del Invima 

Como no había forma de conseguir una sola caja de desvenlafaxina en Medellín, John Jairo Hoyos, de 63 años, especialista en medicina estética, mandó a traer el medicamento de España y Panamá. Su esposa de 60 años toma el medicamento y él está dispuesto a hacer todo lo necesario para ayudarla. 

“Acompañarla es parte del amor y entendimiento de la pareja. Llevamos más de 30 años de casados y claro que me preocupo por ella. Cuando deja de tomar el medicamento veo cómo pierde el deseo y las ganas de vivir. Prácticamente, la desvenlafaxina es la única que le sirve para mejorar”, asegura.

Durante la tercera semana de marzo, Hoyos logró lo que para muchos de nosotros era imposible. A través de un encargado, consiguió varias cajas de desvenlafaxina de MK en algunos Farmatodo de Bogotá. 

Volvamos al mes de febrero, exactamente al día 17. Ya que mi búsqueda de pastillas no era fructífera, decidí llamar directamente a todas las farmacéuticas que según el comunicado de Invima del 14 de febrero tenían disponibilidad de desvenlafaxina. Tanto Sanofi, Tecnoquímicas y Pfizer me pidieron hacer una solicitud formal para recibir la información por correo electrónico. Entonces, de manera oficial, les pregunté, como paciente y periodista, cuándo estaría disponible el medicamento.

El mismo día que les escribí, desde el área de servicio al cliente y de manera automática, Sanofi envió un número de radicado para la solicitud. Sin embargo, después de un mes y una semana, no he recibido ninguna respuesta.

Tecnoquímicas respondió el 7 de marzo. Desde servicio al consumidor, dijeron que no han dejado de producir y comercializar desvenlafaxina. También que “se ha observado en el mercado en los últimos meses un incremento en la demanda de este medicamento, y según información con que se cuenta, entre otras posibles causas, el aumento de la demanda frente al producto podría darse por la reducción de oferta de medicamentos registrados por laboratorios titulares distintos a Tecnoquímicas”. Además, aseguraron que están tomando medidas para aumentar su producción.

Cabe aclarar que Tecnoquímicas comercializa este medicamento bajo el nombre de Styma y, a través de su marca MK, también ofrece una versión genérica. 

Pfizer respondió el 23 de febrero. Por medio del área de información médica dijeron que “tal y como se informó al INVIMA, el producto Pristiq (en sus dos presentaciones: 50mg y 100mg) se encuentra desabastecido y por ende en estado temporalmente no comercializado. Estimamos que el producto vuelva a estar disponible en el mes de junio de 2023. Esta fecha hace referencia a la llegada del producto al centro de distribución PFIZER y la misma está sujeta a verificación o cambios”.

A pesar de que en el Informe de disponibilidad para los medicamentos antidepresivos y antipsicóticos, el Invima dice que, para enero de 2023, había disponibilidad de desvenlafaxina de Laboratorios MK, Winthrop Pharmaceuticals de Colombia, Tecnoquímicas, Sanofi-Adventis de Colombia y Eurofarma Colombia, en lo últimos cuatro meses yo no pude comprar ni una sola caja de estas farmacéuticas.

Sin embargo, a partir del ejercicio de reportería en Bogotá, comprobé que para la segunda y tercera semana de marzo llegaron, por primera vez en el año, cajas de Tecnoquímicas y de MK a droguerías como Cruz Verde, Colsubsidio y Farmatodo. Es decir que, desde hace una semana, sólo se pueden comprar cajas de dos de los cinco laboratorios que tenían registros sanitarios vigentes o en trámite de renovación para la desvenlafaxina. 

En la página del Invima, es posible consultar cuáles son los titulares de los registros sanitarios de los medicamentos, es decir, los laboratorios autorizados para fabricarlos. Sobre la desvenlafaxina, hay 11 registros sanitarios para diferentes presentaciones y gramajes. Para el 27 de marzo, los laboratorios Synthesis y Monte Verde S.A. tenían su registro vencido. Los registros de Tecnoquímicas, Sanofi-Adventis, Winthrop Pharmaceuticals de Colombia y Laboratorios MK están en trámite de renovación, mientras que los de Eurofarma y Pfizer están vigentes.

Según la oficina de atención al ciudadano del Invima, la diferencia entre el registro en trámite de renovación y el vigente es que el laboratorio pasó una solicitud para actualizar su registro antes que se venciera y así mantenerlo vigente. Sin embargo, el registro se venció antes de que el Invima terminara el estudio del caso. Dado que la demora en la renovación no es responsabilidad de la farmacéutica, puede seguir vendiendo el medicamento. 

Aunque para el 27 de marzo el estado del registro sanitario de Pfizer estaba descrito como “vigente”, diez días antes (el 16 de marzo) aparecía como “temporalmente no comercializado – vigente”; estado que concuerda con la información que me dio el servicio médico de Pfizer el 23 de febrero. Es de suponer que es por este dato que las pastillas de Pfizer no aparecen relacionadas en el Informe de disponibilidad para los medicamentos antidepresivos y antipsicóticos. Para el 23 de febrero, el Invima no incluía la desvenlafaxina de Pfizer como una de las alternativas para suplir la demanda del país. 

En el Listado de Medicamentos Vitales no Disponibles, publicado el 28 de febrero (cinco días después del informe anterior), el Invima dijo que sí había disponibilidad del medicamento elaborado por Pfizer.

Por un lado, con el ejemplo de los diferentes reportes de desvenlafaxina de Pfizer, hechos por el Invima, se puede ver que entre septiembre de 2022 y enero 2023 sí cambió la disponibilidad de las pastillas de este laboratorio por lo menos. Quienes contamos nuestra historia con la desvenlafaxina en este reportaje (de Medellín y Bogotá) aseguramos que no pudimos conseguir, ni a través de la EPS ni de manera particular, el medicamento entre noviembre de 2022 y hasta la segunda semana de marzo de 2023 de ninguna de las farmacéuticas que tienen los registros sanitarios vigentes (como es el caso de Pfizer o Eurofarma) o en trámite de renovación (como Tecnoquímicas o MK)

Ante las diferentes declaraciones de Invima sobre la disponibilidad de la desvenlafaxina, quedamos en medio de la impotencia y la rabia al contrastar lo que dicen las autoridades y lo que vivimos. Sobre esto, Laura Espitia dijo: “No entiendo por qué Invima no puede ser honesto ¿Qué necesidad hay de decir que hay medicamentos que no están disponibles? ¿Por qué juegan así con el bienestar de las personas?”.

Hasta la publicación del reportaje, el Invima no nos contestó las consultas que le hicimos sobre el tema.

La conversación sigue

Hasta mitad de marzo era imposible conseguir una sola caja de desvenlafaxina. Gracias a una fuente, me enteré que en Bogotá estaban circulando algunas cajas de MK y Tecnoquímicas desde la segunda semana de marzo, en farmacias como Cruz Verde y Farmatodo. Después de más de cuatro meses sin encontrar el medicamento, el martes 21 de marzo compré una caja de 50 mg de MK por la página de Colsubsidio y otra de manera presencial en un Cruz Verde, después de preguntar por ellas por más de una hora. 

Para el domingo 26, ya no había desvenlafaxina en las sedes presenciales de Chapinero, Rionegro y Puente Largo de Olímpica, Farmatodo, Colsubsidio, Cafam o Cruz Verde; aunque con Cruz Verde sí se podía conseguir a través de su página. Es muy probable que en cuestión de días la desvenlafaxina de MK o Styma se vuelva a agotar. He sabido de pacientes o familiares de pacientes que llegan a comprar hasta 15 cajas en diferentes droguerías. Por el miedo de quedarse sin medicamento, también hay un ambiente de acaparamiento. 

Con el ejercicio de reportería que he hecho les puedo asegurar que, por ahora, no hay manera de comprar pastillas de Pfizer o Sanofi en Bogotá, a pesar de que Invima diga lo contrario.

El problema de la escasez de medicamentos psiquiátricos está lejos de terminar y desde Mutante estamos documentando esa situación. En los últimos meses, quienes tenemos una enfermedad mental no solo enfrentamos nuestros propios vaivenes, sino que además debemos soportar las falencias de un sistema que no asegura que podamos recibir el tratamiento adecuado  ¿Quién responde?